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Carmen Luz Bejarano

Encuentro poético con la voz de Carmen Luz Bejarano

Gloria Mendoza Borda

 

En el Encuentro Internacional “Mujeres de la Literatura”(1999) en la Universidad de Lima, que congregó a conocidas escritoras del mundo, entre novelistas, dramaturgas, ensayistas, poetas, críticas y periodistas, conocí a la poeta Carmen Luz Bejarano. Estuvo entre las escasas escritoras peruanas que participaron en el evento, causando expectativa y aceptación. En el mismo encuentro circuló la conocida revista La Tortuga Ecuestre con una selección de la poesía de la autora, titulada Instantes. Como sabemos, el director de esta tesonera revista es el poeta Gustavo Armijos. Esa fue la única vez que vi a Carmen Luz Bejarano en mi condición de escritora radicada en provincias, aunque, es obvio suponerlo, conocía su obra. A mi retorno, busqué algunos libros suyos en la biblioteca familiar, presté mayor atención a su poesía, y tomé conocimiento de su nacimiento un 12 de octubre de 1933 en Acarí, y de su niñez en un pequeño poblado llamado Tanaka, ambos lugares en Arequipa:

 Mi tierra era pequeña
apenas
un puñado de brazos
las lámparas en alto
el olivo
la semilla
y sus palomas

[De Furia de la arcilla.]

 En junio del año 2001 viajé a la ciudad de Huancayo invitada a participar al Coloquio Nacional “La poesía peruana actual, balance y perspectivas”, evento dirigido por el doctor Manuel Baquerizo y la magister Flor de María Ayala. En Huancayo conocí cálidamente a la escritora, músico y dramaturga Maritza Núñez Bejarano. Ella me alcanzó el hermoso volumen de poesía de Carmen Luz Bejarano en un solemne fondo azul Existencia en poesía (obra completa, de 439 páginas) publicada por la Editora Carpe Diem. Precisamente una de las ponencias programadas en el Coloquio Nacional fue “La voz de Carmen Luz Bejarano”, de la poeta Marita Troiano.

Existencia en poesía trae como introducción un fragmento de la ponencia “La poesía femenina en el Perú”, sustentada en el IV Congreso Interamericano de Escritoras (México, 1981), por Magda Portal. Debemos recordar que una de las poetas peruanas que presentó Magda Portal en aquella ocasión fue Carmen Luz Bejarano: “Escribe sin pausa, sueña sin reposo […] es tierna como el pan recién salido del horno”. Una verdad inobjetable de una importante poeta peruana donde su poesía siempre estará presente llena de candor y optimismo.

Algunas constantes en la poesía de Carmen Luz Bejarano

La infancia, el amor y el tiempo
El paso del tiempo estimula el afloramiento de los recuerdos de la infancia y adolescencia, que generalmente son gratos en la vida del hombre. Carmen Luz Bejarano en el libro Giramor, se dirige a su hija Maritza:

Tengo tu edad, Maritza;
tu matinal edad.

Discurro entre la tarde
y el viento
como tú, frágil alondra.

¿Qué poeta, qué ser humano no apela a la retrospección para instalarse en otra edad? Este poema es intenso, le está diciendo a su hija “Tengo tu edad, Maritza”.

Casi toda la poesía de Carmen Luz Bejarano tiene la transparencia del agua y de la infancia, de la madre y de la tierra, de las piedras que hablan, del mar y de las estrellas; es una poesía sobrecogedora que ingresa a un pasado sin fronteras para convertirla en un presente, donde la vida tiene el cielo abierto porque aborda sin temor la inmensidad, la conoce y la comparte con nosotros:

 Madre, ya no le tengo miedo a mi sombra,
ni al mar, ni a la noche; es cierto, me estremece
el viento todavía. Recuerdas, caminábamos largo,
entre cerros. No sé por qué jamás tropezamos
con el ojo encantado del agua.

Gemían las piedras y las caracolas y el
Leñador aquel dejaba palomas dormidas a
nuestro paso; […]

[De Aracanto.]

 

La soledad, el mar, la muerte

En los últimos años, en Carmen Luz empieza a asomar la preocupación por el presente en cuyo espacio, siente el impacto de los años vividos, pero con la esperanza adelante, jamás con pesimismo, tal como se aprecia en el libro Juegos de Casandra (1999):

 La soledad es un espacio derruido
en él se refugia el ojo de la Muerte
en él
yo me refugio. […]

Yo soy esta sucesión de rostros
anudados al tiempo
al mar
a los recuerdos
soy
este jamás agitado por trémulos paisajes.

[De Interludio, del poemario Juego de Casandra.]

Son los cuervos de la noche que asoman y preocupan a la poeta; sin embargo, persiste la transparencia que dan la vida y el amor:

Amo
y el amor me lleva
de vuelta a mis paisajes más secretos
veo los árboles
cimbrándose al ritmo del deseo
bajo sus copas todavía transitan
los cuerpos que se anudan.

[De Interludio.]

En el libro A la sombra del viejo ciprés1 la poeta compara la muerte y el mar. Es la poeta del mar. Cuando habla de la muerte, no es una muerte tormentosa, tortuosa, no, es la muerte con la esperanza en un costado, con la tranquilidad en otro costado, con la poesía en el otro. Si todos pensáramos en la muerte de esta manera, nuestra vida tendría siempre la lozanía de un chorro de agua como lo tiene la vida y la creación de Carmen Luz. A propósito de la muerte plantea una interrogante:

¿Escuchas?
Es la muerte que pasa
y el mar que se deshace
en jadeos de espuma.

Y en otro poema vuelve asomar la muerte tiernamente:

Muerte mía
doméstico animal sobre mis hombros

creces, creces
sueltas tus buitres en las noches turbias

y en nada creo
sólo en ti y en el horror de tu esqueleto
[...]

[De Aracanto.]

 

El canto y la luna

Varios poemas de Carmen Luz Bejarano han sido traducidos al finlandés, en 1988, y musicalizados por Kaj Chydenius. Estas canciones fueron interpretadas por Monna Kamu y Pekka Aarnio, dos conocidos cantantes en Finlandia. Escuchemos la lectura de una de las dulces canciones de la poeta Carmen Luz:

LUNA2

Luna que alumbra los olivares
tiempo de amores luna que alumbra

Nada es lejano cuando te miro
nada he perdido cuando te miro

Noche de luna infancia alumbras
redonda y clara como el amor

nada es lejano cuando te miro
nada he perdido

luna que guardo en el corazón

Bellísima la canción, suave como la luna reflejada en el agua, tiene armonía y suprema musicalidad. Nuevamente aflora la infancia “Noche de luna infancia alumbras”, pues tiene que ser la luna de Tanaka, es decir, tiene que ser la luna arequipeña la que acompañará eternamente a nuestra poeta. Carmen Luz dice “luna que guardo en el corazón”; los poetas difícilmente vivirán sin la luna, la guardan en la piel, en la memoria, en una computadora, en una rebanada de naranja, en la experiencia, en un lápiz, en un cuadro, en una ventana de ensueño.

Y nuevamente la luna en otro texto:

 La luna

despanzurrada abierta muestra sus vísceras
sus universos verdes azules ebrios
y gime
secretamente gime su decantada plata [...]

[De Triunfo de Ícaro.]

 

Su identificación con la tierra

Juan Angurria es un poema de corte social, una familia marginal en la gran ciudad, una historia triste de alguien que no tiene tierra. Juan, el padre, borracho, panadero; María, la madre, padece de tuberculosis y tose sin cesar; Alejandra, la hija, es muda, y el personaje principal es el hijo Juan Angurria, sordomudo “juanzopenco sabandija mueve las manos amasa hijo tu padre juan está borracho [...]”. Juan, ante la necesidad, tiene que amasar el pan. Pienso que esta mudez es además, simbólica, es una mudez que va más allá del texto. Juan, el mudo, no tiene casa, su mudez es la indiferencia que recibirá en una sociedad donde existe una tremenda desigualdad. Este poema tiene una cadencia especial, una singular belleza; en un lenguaje sencillo logra un texto de excelente factura con un clamor a denuncia e identificación con los “sin tierra”, que son muchos. Juan Angurria es un poema de largo aliento, en cuyo trabajo formal no presenta signos de puntuación, muchas veces omite las mayúsculas. Instalémonos en algunos párrafos del poema:

 María
tu juan tu niño se ha dormido tu juan celeste
tu sanguijuela en el pezón inútil

Juan
sordo
mudo
sordomudo juan

[...]

juan celeste adolescente
sin silabario entre dos cuernos remolino
entre panes y arañas y zancudos
juan sin pan
entre padres y hermanos y moscas y madre y soledad

[...]

calla juan zopenco amasa juan dios es panadero como tu
padre borracho también seguro tísico como yo sin pezones
sin pan sin nadie
ya podemos desgañitarnos todos hartarnos de tierra y de miseria

te comerán las moscas juan o los gusanos tendrás tierra juan y a manos llenas te taparán de tierra hasta los gritos tierra tendrás hasta las cuencas tierra juansintierra tus manos tu arcoiris simatierra nuestra tierra ya no nos pelearemos juan hartazgo

nos crecerán montañas en el vientre no nos dolerá el hambre
nos dolerá la tierra la lluvia de otros huesos en una sola tierra
nuestra tierra

juansante derrama bougambillias juan sante entre dos astas astado
ensartado a golpes de pulmón de tisis de angurria
juanarcoiris se escurre

flota

se deshace

 

La poeta como centro de su propia poesía

Es sugerente su poesía cuando ella misma es el personaje, cuando se convierte en objeto de reflexión de su propio discurso:

¿Dónde?

¿Quién reconocerá mi voz?

carmen luz
sombra en la sombra del día

carmen luz
hoja en el paisaje agreste

despertarás
para morir de nuevo

carmen luz, piel, escamas, corola
o musgo

¿quién te reconocerá?

[De Aracanto.]

 

Identificación con su tierra

Constantemente aflora la tierra, el recuerdo duerme y despierta en el pequeño poblado de su infancia donde solamente había una escuelita fiscal:

 En algún lugar de la tarde
duerme
la ciudad sin campanas.

En algún lugar del alma
duerme
la ciudad de los sauces
y los sueños:

La esquina blanca
que ensombreció los rostros,
la pálida gaviota.

La ciudad sin campanas.
[…]

[De Giramor.]

Carmen Luz Bejarano, luego de la publicación de su obra completa Existencia en poesía, ha seguido editando nuevos libros .

Carmen Luz Bejarano pertenece a la generación del 60 de la poesía peruana junto a esa estupenda aparición de las voces más fuetes del siglo XX, en lo que se refiere a poesía de mujer: Cecilia Bustamante, Blanca Varela, Graciela Briceño, Lola Thorne, Sarina Helfgott, Raquel Jodorowsky y otras. Es una etapa nueva en el proceso de modernización de la poesía peruana.

A través de esta referencia, rendimos homenaje a la autora de Existencia en poesía; saludamos a Carmen Luz Bejarano por la entrega de sus libros a lo largo de más de cuarenta años de creación. Este homenaje se suma a los que viene recibiendo en el Perú como reconocimiento a su trabajo constante en el ejercicio permanente de la palabra poética, a sus textos narrativos y dramáticos. En el presente caso, le rendimos homenaje desde Arequipa que la vio nacer.

Es cierto que toda su formación estudiantil, académica, profesional y literaria la realizó en Lima; sin embargo, Arequipa la alumbró con el beneplácito de las altas montañas y la limpidez del cielo nuestro como la poesía misma de Carmen Luz.

Carmen Luz mantuvo convincente su entrega a la naturaleza en un encuentro de lenguaje personal lejos de toda escuela o tendencia de vanguardia, redescubrió a sus iconos en un contexto global donde Tanaka está en la parte más elevada de su poética: “del mar a la montaña / de la hierba al corazón”. Sí, de las montañas de Arequipa al corazón de Carmen Luz.

La escritora Carmen Luz Bejarano es hija de Etelvina Márquez Briceño y Pascual Bejarano Martínez. Carmen Luz vivió los diez primeros años de su infancia -seguramente la etapa más feliz de su vida- como vimos, en el interior del país. Algunos de sus datos biográficos son alcanzados por las escritoras Esther Castañeda Vielakamen y Elizabeth Toguchi, en su trabajo El amor en DEL AMOR Y OTROS ASUNTOS DE CARMEN LUZ BEJARANO. Ellas manifiestan que "la aparición de un libro de poesía escrito por mujeres renueva la vitalidad testimonial de ella, ya que podemos considerar un triunfo, su triunfo sobre el silencio y las limitaciones". Manifiestan que Carmen Luz Bejarano es una voz fecunda de la poesía peruana que publicó no sólo poesía, sino también, teatro, canciones, cuentos, novela.

Carmen Luz estudió literatura en la Universidad Mayor de San Marcos, obtuvo el doctorado en la misma especialidad en 1974 y se desempeñó como docente en esta Casa de Estudios, como manifiesta Marco Martos en TURBULENCIA DE LA ESCRITURA Y DE LOS CUERPOS: Carmen Luz es una poeta de formación universitaria. Autora muchos libros. A los 28 años publicó Abril y lejanía (1961) y Giramor (1961). Uno de sus últimos libros Juegos de Casandra, fue publicado en 1999. Su libro de relatos El cuarto de los trebejos (1989) presentada al concurso Gaviota Roja, quedó entre las cinco novelas finalistas.

En 1960 participó en el concurso El poeta joven del Perú convocado por "Cuadernos trimestrales de poesía" de Trujillo, obteniendo Mención Honrosa y sobre todo llamando la atención de la crítica especializada. Por esos años participó activamente en la vida literaria de Lima al lado de doña Magda Portal. Como es de conocimiento, en 1960, el Primer Puesto de Poeta Joven del Perú fue compartido por Javier Heraud y César Calvo.

El 2001 la escritora y artista Maritza Núñez, con larga residencia en Finlandia, y autora de varios libros realizó en Lima fructífera labor en diversos espacios del arte. Entre sus últimas publicaciones tenemos el interesante libro JEUX Y OTROS CUENTOS (Carpe Diem Editora, Lima, 2001), dentro de un neosurrealismo. Maritza Núñez presentó en agosto del 2001 la puesta en escena de la obra LOS OJOS DE LÁZARO de Carmen Luz Bejarano. Anteriormente, había dirigido la obra SUEÑO DE UNA TARDE DOMINICAL (El mito del genio y la musa dolorosa) que trata de la gran pintora mexicana Frida Kahlo llevada al teatro en el Perú. Como dramaturga Maritza Núñez Bejarano, hija de Carmen Luz Bejarano, estudió más de 10 años dirección de Coros en Finlandia, y hace más de quince años que vive en ese país; sin embargo, continuamente, visita el Perú.

 

1 Nota de los editores: A la sombra del viejo ciprés –conjunto de once poemas–, forma parte del poemario Juegos de Casandra.

2 Nota de los editores: Luna, forma parte del ciclo de canciones Luna que alumbras.