Home

De pérdidas y contentamientos

Biografía y catálogo de obras

Ensayos

Fotografías

Copyright © 2006 Alfonso Padilla y Maritza Núñez

Carmen Luz Bejarano

Una rosa para Carmen Luz

Sandro Chiri

Siempre pensé que Carmen Luz Bejarano llevaba una rosa entre los labios. Una rosa entre los labios hace a la gente más buena y noble. Pues ella era así: buena y noble. Si no te regalaba su corazón era porque también latía para otros. Fui su alumno en las aulas de la Universidad de San Marcos, allá por 1978. Su claridad y su dicción siempre fueron música agradable para mi entendimiento y mi coqueto corazón de entonces. Aún recuerdo la espléndida lectura que hizo de El espumante en el sótano, conocido relato de Julio Ramón Ribeyro. El análisis estilístico posterior fue tan limpio que no dejaba duda alguna: estábamos frente a una verdadera maestra. Era Doctora en Literatura y sobre todo poeta. A lo lejos recuerdo sus versos: “Tengo tu edad, Maritza, / tu breve edad de brisa”. No pertenecía especialmente a ningún cenáculo literario. El único que acaso conoció fue el de la poesía, la auténtica, la que se aleja de advenedizos y estridentismos.

Generacionalmente se le vinculó a los poetas del 60: Corcuera, Heraud, Calvo, Naranjo, Martos, Cisneros. Pero su poesía estaba más allá del bien y del mal. En sus versos hablaba la madre, la mujer, la especie. Tema recurrente en ella –como en todo buen poeta– era el amor y otros asuntos. Nadie entrega lo que no tiene, por eso de ella aprendí que la docencia también es una forma de hacer poesía. Ahora que no está físicamente con nosotros, sus versos iluminan nuestra ruta, como ayer y también –estoy seguro– en los años sombríos que nos toca afrontar.