Abril y Carmen Luz
Reynaldo Naranjo
Era el Parque Universitario. Era el Patio de Derecho de la Casona de San Marcos pero más era el Patio de Letras.
Era el Salón Blanco, el Salón de los Espejos. Era el Café Versailles, el Café Viena. Era Juan Gonzalo Rose con su café oscureciendo el planeta. Era Arturo Corcuera con su “Platero” de todos. Era César Calvo blandiendo su bastón a los l8 años. Eran César Franco, Samuel Agama, Marita, Gladys Feijoo. Eran Javier Heraud, Mario Razzeto.
Eran Felix Atrias Shereiber, Max Hernández, Héctor Béjar, Federico García, todos danzando en torno a sueños en tanto transcurría una presencia serena y solidaria, con sonrisas de hermana, con poemas: era Carmen Luz Bejarano.
Nuestras tertulias infinitas en el Salón Blanco del jirón Azángaro fueron las más bellas conspiraciones que entre recitales, arengas y mutitudinarias manifestaciones estudiantiles buscaban entre las rendijas de la historia un lugar donde posar las esperanzas.
Carmen Luz estará siempre embelleciendo nuestros días como siempre lo hizo. Era entonces nuestra hermana poeta, hoy es la poesía.
Era Abril y Lejanía en sus cuadrenos y en los míos la pena tiñe todo como una mano que va palideciendo los lugares que toca.
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