Invención a tres voces
Recreación de una conversación con Edtna Ruiz, Hilda Rodríguez y Yolanda Falcón 1
Maritza Núñez
Hilda
Yo era su compañera de carpeta.
Había momentos de inspiración en ella.
Edtna
El mar y el cielo.
Hilda
Escribía, en su cuaderno.
Yolanda
A veces ni escribía. Se aprendía sus poemas, los recitaba.
Edtna
Me daba con el codo, cuando quería mostrarme algo.
Un día estábamos en clase de algebra, de trigonometría, y ella me mostró su cuaderno con lo que había escrito.
Amo el mar
su inmensidad me atrae
Y el azul de su extensión
tus ojos me recuerda
Amo el cielo
porque encierra mil misterios
y cual tú
es un enigma 2
“Ruiz, en qué parte del teorema estamos”, nos interrumpió la voz de la señorita Vega, Ana María Vega. Nos quedamos frías.
“Por mí te han llamado la atención”, se apenaba después.
Siempre andaba con su cuaderno. A veces miraba el patio y le entraba una inspiración violenta. Escribía y escribía. A veces ni escribía, sus poemas nacían, con naturalidad.
Hilda
Era optimista, alegre, entusiasta.
Yolanda
Muy comunicativa.
Edtna
Hemos llorado y reído. En el internado.
Los fines de semana nos íbamos a nuestras casas, ella a casa de sus tíos. En una época vivía cerca a tres cuadras de mi casa. Yo iba la dejaba y luego seguía mi camino.
Se enamoró de un vecino. Un amor platónico.
Yolanda
Su tía era muy estricta.
Edtna
Se contemplaban por la ventana. Nunca pasó nada.
Yolanda
Ella acabó el colegio un año antes que yo.
Un día fuimos a verla a La Casona, ella estaba en la Universidad ya. Nos asombramos, fumaba su cigarrito cuando nos recibió. Nosotras estábamos en quinto de secundaria todavía.
Edtna
Dejamos de vernos muchos años hasta que un día nos encontramos por casualidad y nos dimos el abrazo del reencuentro. La animé para que fuera a la reunión de las chicas del liceo. Desde ahí nos veíamos cada año.
Hilda
Cuando supimos de su enfermedad fuimos a verla. Le llevamos una Virgencita y agua de Tierra Santa. Rezábamos por ella.
Edtna
“Edtnita, eso me ha levantado, me siento mejor. Yo sé qué piadosa eres.”
Hilda
Siempre eran cariñosas sus palabras. Hacían sentirse bien a su lado.
Edtna
La recuerdo en el Marriot. Comiendo cangrejos, cómo se nota que eres del mar, Carmen, me reí. Qué bien comía sus cangrejos, con unas ganas. Ese día, me confió que estaba enferma.
Hilda
Se hacía querer, parece que estuviera entre nosotras.
Edtna
Me obsequió Existencia en poesía. Enseño su libro, para mí es un tesoro. Cada día repaso su poesía y es como si estuviera
1 Conversación sostenida por teléfono el 13.9.2003.
2 Poema recitado de memoria.
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