Así era ella
José Antonio Bejarano Márquez
Entrevista realizada por Alicia Calderón
Alicia Calderón : ¿Qué recuerdos tiene de Carmen Luz durante los años de infancia, allá en Yauca?
José Antonio Bejarano : Recuerdo que nos íbamos todos los veranos, desde enero más o menos, a Tanaka, el balneario de Yauca. Es una playa impresionante. Cuando van turistas, se quedan sorprendidos por su tranquilidad, la limpieza de su mar, su aire puro; es un paraíso, una playa de arena fina en la que uno puede andar con los pies desnudos sin problemas. Tiene pozas rocosas, parecidas a tinas o piscinas, en las que, cuando el mar abierto embravece, uno puede bañarse tranquilo, sin ningún temor. También hay dunas, las más grandes, como no hay en toda la costa peruana. Todo el día corre arena. De niños, siempre nos preguntábamos de dónde salía tanta arena. Tiene, además, lomas y pastizales naturales. En época de lluvias, es lindísimo; un verdadero paraíso inspirador.
Fuimos a Tanaka desde muy pequeños. Primero, a la casa de nuestra bisabuela materna, la Sra. Rumalda Carbajal de Briceño, hasta que construyeron la nuestra. En ese entonces, las casas eran de piedra; después, con el tiempo, las han ido reformando.
Carmen siempre tuvo una relación muy especial con el mar, pero yo no creo que fuera sólo por las circunstancias de tenerlo cerca, sino porque era algo que le nacía, le brotaba de su alma, de su espíritu, simpatizar con el mar, inspirarse en él.
Nunca le tuvo miedo, pero sí respeto. Le gustaba ir a la playa, bañarse, aunque no mucho, o sentarse en las peñas a conversar con sus amigas, como Chavela Morales y Ana Farías, o a contemplar el mar.
También le gustaban los paseos al mar con la familia. Llevábamos ollas y nosotros, los varones, sacábamos mariscos, y ahí se cocinaba cebiche o picante; ella no sabía pescar pero yo sí.
AC : ¿Cómo era ella de niña?
JAB .: Carmen era bastante tranquila y reposada para su época, pero muy alegre y amiguera. Tenía amigas, compañeras de colegio, pero no salía mucho porque mi madre era muy estricta y sólo nos dejaba salir los domingos. No era traviesa, más bien Tota, (Lastenia, la hermana menor), era la traviesa. Ella hacía de todo, hasta jugaba pelota.
Carmen se dedicaba a leer. Desde chiquita, siempre le gustó la lectura. Es más, cuando mi mamá la llevaba a comprar, en las tiendas la hacían leer el periódico El Comercio, y la gente se quedaba sorprendida de lo bien que leía siendo tan pequeña.
Siempre le gustó mucho leer y escribir, era innato en ella, y creo que también fue hereditario, porque mi abuelo materno también escribía, aunque no para publicar. Yo todavía guardo algunas de sus narraciones jocosas. Desde el colegio Carmen Luz ya escribía poemas, y llevaba un diario. Me acuerdo que guardaba su cuaderno debajo de su cama, y yo se lo sacaba para leerlo.
Ella comía poco, no era glotona. Tampoco era muy dulcera. Pero en nuestra casa siempre se comió bastante variado. A ella le gustaban los tamales, las empanadas, el escabeche. Además, mis padres criaban animales, y a mi padre faenaba y preparaba al animal él mismo, así que comíamos mucho chicharrón, chorizo, salchicha. Mi hermana cocinaba muy poco. Cuando entraba a la cocina, yo la fastidiaba y le decía que qué estaba inventando.
Siempre fue muy generosa y preocupada por todos, no sólo por la familia; como era mi padre. Aunque ella no tuviera mucho, prefería compartirlo con los que lo necesitaran más. Así era Carmen, muy humana.
AC : ¿Cómo era la relación de Carmen Luz con sus padres? ¿Y con ustedes, sus hermanos?
JAB : Carmen tenía una relación estrecha y buena con todos nosotros. En general somos una familia muy unida, con problemas como todas pero bastante unida, que es lo más importante.
Era muy pegada a mis padres. Con mi padre era muy cariñosa, y él también con ella, con los tres hijos, sobre todo con las dos mujeres. Él era un hombre muy culto, leía mucho y le interesaba la literatura, la filosofía, etc. Tenía buenos libros y nos inculcó a los tres el gusto por la lectura, especialmente a Carmen. Él leyó bastante los primeros libros de mi hermana y ambos conversaban mucho.
Con mi madre también se llevaba bien, pero ella tenía un carácter más fuerte y no transaba a la hora de hacernos obedecer; mientras que mi padre era más comprensivo. Mi mamá no tenía prejuicios o preferencias en cuánto a hombre o mujer a la hora de trabajar; igual todos teníamos que hacer y aprender de todo en la casa. Recuerdo que Carmen y yo nos turnábamos una semana cada uno para lavar los platos.
Carmen Luz fue cercana con ambos, pero yo creo que siempre una hija mujer se inclina más hacia el padre.
AC : ¿Cómo era la relación de Carmen Luz con ustedes, sus hermanos?
JAB : Con nosotros, de igual manera. Carmen y yo siempre fuimos muy unidos, desde pequeños, por la escasa diferencia de edad, menos de dos años, y salíamos juntos a cada rato, a pasear, al campo o a la chacra. Desde chica, Carmen le tenía miedo a la oscuridad, y yo la fastidiaba bastante por eso, ya que antes, en los pueblos no había luz eléctrica. Con Lastenia también se llevaba bien, aunque de pequeños no le dábamos mucha importancia por ser la menor.
En general, ella era muy protectora y maternal con nosotros. Nos ha ayudado mucho, sobre todo a mí, y yo siempre estuve muy agradecido por eso. Recuerdo una ocasión, durante las fiestas de carnavales, que yo me chanqué la uña de un dedo de la mano con la puerta de un carro. No se lo dije a nadie, y en la noche me dolía tanto que fui a su cuarto a pedirle que me atendiera, pero que no le dijera nada a mis papás porque se iban a molestar. Así era Carmen, siempre pendiente y preocupada.
[Extracto de una entrevista realizada en Lima el 25 de julio de 2003.]
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