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Copyright © 2006 Alfonso Padilla y Maritza Núñez

Carmen Luz Bejarano

Recordando a Carmen Luz

Graciela Briceño

Transitando por las laderas de la evocación, te he encontrado en esa nuestra Universidad de San Marcos de Lima, el año 1960. Tu paso y tu mirada plena de esplendor como un recreo de niños, vestida del color de los sueños. Tejedora de mareas y planetas, oteadora de mundos, te he visto junto a la fuente de nuestro Patio de Letras, atisbando con ojos vivarachos la tarde desleída, vistiendo a tu niña de hierba, poniéndote brazaletes de estrellas con las que ahora dialogas. Te he recordado hoy, llamándome por teléfono un día del año 2001, invitándome a compartir el terso vino de Finlandia, junto a las aceitunas de Yauca, esa tierra aromada de tu infancia. Te pregunté con qué motivo nos reunías y tú socarronamente me respondiste “PARA CELEBRAR LA VIDA”.

Y qué poco te faltaba para llegar a aquella región en donde hoy habitas con tu sonrisa poblada de palabras que se engarzan como luceros en las claras madrugadas. Y pensar que esa inoportuna y empecinada muerte te llegó con argucias mil para secuestrar tu alegría. ¡Cuánto le costó arrancarte del jardín donde construías tus aladas visiones! ¡Cuánto batalló contigo, amadora de la vida y de la poesía, para luego solazarse de haberte vencido! Pero no, tú supiste plantarle cara y supervives, alzada sobre tus pies menudos, convocando a las palabras en la fiesta del rocío. Giras, giras con tu Giramor haciendo que el sol crezca a expensas de tus ansias y llegue a tu amado Acarí, aquel lugarcito del mundo en el departamento indómito de Arequipa, ese trozo de universo poblado de olivos y suaves vientos. Así te contemplo desde esta orilla y celebro tu poesía junto a todos los que te aman en este Perú del mundo.