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Carmen Luz Bejarano

El amor en “Del amor y otros asuntos” de Carmen Luz Bejarano

Esther Castañeda Vielakamen (UNMSM)

Elizabeth Toguchi Kayo (UNMSM)

Elegí la literatura o quizá sea más exacto decir que
ella me eligió a mí, y, como sucede con las grandes
pasiones, carezco de voluntad para abandonarla.
Carmen Luz Bejarano
 

0.– Conversando con Carmen Luz Bejarano acerca de nuestros recuerdos coincidimos en decir que es la poesía y San Marcos como parte de nuestras vidas el eje común que nos une, y por supuesto, las amigas y amigos que vienen aupados a ellos. Cuando una de nosotras ingresó a la universidad, Carmen Luz era una poeta conocida, pues en 1960 había participado en el concurso “El Poeta Joven del Perú” 1 que tuvo como ganadores a Javier Heraud y César Calvo, y en el que ella obtuviera una Mención Honrosa por Abril y lejanía. Este poemario se editó al año siguiente con el mismo título, debe considerarse como un triunfo esta publicación y aquella mención honrosa, pues apenas un año antes Blanca Varela había sacado a la luz, por primera vez en México, Ese puerto existe (1959).

A Abril y lejanía le siguió Giramor ese mismo año. En 1966, Aracanto. Luego vinieron Triunfo de Icaro (1967), Imagen sideral (1970), Juan Angurria (1972), para ese entonces –dice Esther– había terminado Literatura, como segunda especialidad. Aunque no fue mi profesora, la leía y seguía su trayectoria literaria. Luego la traté como colega. Más bien cuando yo ingresé a Literatura –recuerda Elizabeth– ya había publicado Furia de la arcilla (1977) y me dictó el curso de Literatura contemporánea, cuando era cachimba y aun no me había trasladado a Derecho. Con ella reforcé mis lecturas de los poetas de la generación del ´98 y ´27 español, los poetas malditos, conocí la vanguardia, y me fascinó Tzará y Duchamp, me llamaba la atención las extravagancias de este último contadas por ella. También hablamos de Ionesco y Brecht.

Por el ’79 ó el ’80 se hicieron recitales de poesía en San Marcos con May Rivas, Nérida Adrianzén, Fernando Obregón, etc., y venían a los eventos algunos chicos y chicas de Derecho como Juan Carlos de la Fuente, Eduardo Adrianzén y Liliana Rojas; ellos colaboraron en la revista Raíces Eddicas. Carmen Luz dictaba un Taller de Literatura y creó el “Círculo Literario de la ANEA”, 2 ellos participaron y sé que desde allí se hicieron grandes amigos. Ya en el ’81 participó en el Primer Encuentro de Poetas Sanmarquinas, evento organizado por Esther y que se realizó en el antiguo Repertorio Bibliográfico.

Un par de años después, supimos que se retiraba para hacer lo que más quería en la vida: escribir. Al año siguiente ya la teníamos publicando Del amor y otros asuntos, no sólo poesía sino también un libro para niños y una novela. Pentagramas ebrios (1986) escrito al alimón con su hija la escritora Maritza Núñez, Canciones (1988), Tambor de luna (1988), El cuarto de los trebejos (1989, novela), La Dama del Sosiego (1991) y El espejo invertido (1991). La vimos después en el Segundo Encuentro de Poetas Sanmarquinas en el ’91, realizado en el Instituto Raúl Porras Barrenechea. Otros libros se agregaron a su trayectoria Un gañido en el espacio: (Prosa en Poema) (1995), Interludio (1999), Instantes (1999), Existencia en poesía (2000, obra poética reunida).

Hace tres años nos volvimos a reencontrar en su homenaje organizado por May Rivas en su ciclo de “Los lunes poéticos”, allá en el Ekeko de Barranco. Esther comentó la obra y trayectoria de Carmen Luz, la poeta dio su testimonio y leyó sus poemas y en la penumbra sus ex-alumnos y ahora sus amigos la escuchamos emocionados. No sé si fue esa la oportunidad en que conversamos que debía escribir otra novela y así lo hizo, se llama La ruta del ciprés (2001).

Nos juntamos varias veces para hablar de poesía y de escritoras que ella había conocido y también de esas cosillas cotidianas que nos descubren quizá menos solemnes pero más humanas. Evocamos con alegría la ocasión en que nos reunimos en su casa, allá en Las Moreras en la Residencial San Felipe, fue en abril del año pasado, observamos esa ironía muy de ella que ocultaba tras una risa apagada cierta desazón acerca de la desconsideración y poca gentileza de las personas. Compartimos horas amenas, graciosas si cabe la palabra, por ejemplo, el equívoco de Carmen Luz al aprovisionarse exageradamente de bebida espirituosa y ofrecérnosla. En esa ocasión debíamos beber y subirnos las tres en la mesa de su comedor –como casi se hiciera en el mítico “Marco Antonio” de Lince y como en la película La sociedad de los poetas muertos– señal de que nos habíamos despojado de nuestros prejuicios proclamando nuestra rebeldía en favor de la poesía. Por supuesto eso no ocurrió y nos despedimos pasadas las dos de la mañana. Repito, fueron momentos alegres y bonitos y cuando ya muy de noche nos alejábamos, nos prometimos que de alguna manera retribuiríamos su amabilidad.

Luego supimos que había sido internada porque su salud ya no estaba bien. Me acuerdo con ternura que la visitamos, conversamos y nos reímos, a pesar de todo, y que brindó con una pequeñísima porción de gelatina de naranja allá por el 6 de septiembre. Esta fue la última vez en que estuvimos las tres juntas. El 5 de octubre apareció Yazgo.

1.– En el Perú, la poesía escrita por mujeres se nutre de una variada temática y de una constancia no sólo por parte de las nuevas voces sino del aporte de las poetas mayores, reconocidas así por su trayectoria y fecundidad literaria como: Yolanda Westphalen (1925), Blanca Varela(1926), Lola Thorne (1931–1991), Gladys Basagoitía (1931), Cecilia Bustamante (1932), Elvira Ordóñez (1934) y Carmen Luz Bejarano (1933–2002). 3

2.– Entre ellas, Carmen Luz Bejarano posee un continuo discurrir poético y eso la hace terriblemente riesgosa y sugerente, lo primero porque su escritura atraviesa en el tiempo la producción de quienes se afincan en una generación determinada, y lo segundo por las formas que adopta el yo poético en sus textos. Enfatizamos esto, porque no es sólo la más fecunda –más de diez poemarios le pertenecen–, sino que suma a esta persistencia, el engarzamiento a una tradición española, sin titubeos, ni falsos temores. Pensemos que los estudios y la crítica de la llamada generación del 60´ en poesía, ha sacralizado la influencia anglosajona en detrimento del lirismo e intensidad de la española. Su vinculación al Romancero la ha llevado desde su primer poemario a trabajar especialmente la musicalidad. No nos extraña que los versos iniciales tomen la forma de canción. Al respecto, Luis Hernán Ramírez afirma al comentar y analizar un poema de Carmen Luz “el compás de la musicalidad del poema, cuya melodía sube y baja rítmicamente con el crescendo y decrescendo de las tensiones y distensiones de la entonación.” 4

Refiriéndose al mundo del sentimiento, en el mismo artículo termina diciendo: un tono emotivo con que el sentimiento de la autora penetra intensamente en el reino interior del lector, originan ese goce estético que hemos anotado al comienzo, como primer impacto de la lectura del poema inicial del libro primigenio de Carmen Luz Bejarano . 5

3.– Tradición e intensidad que como savia da vida, calor ¿y por qué no? color, es lo que cada poema presenta un color vital. Acerquémonos a lo que nos dice ella misma:

Yo nazco en Acarí pero me crié en un pueblo cercano que se llama Tanaka [...] me desprendo del medio familiar muy temprano porque me vine a estudiar aquí, en Lima. Yo soy de un pueblo del sur donde apenas había una escuela y no sé por que deciden la maestra y mis padres que deben mandarme a estudiar en Lima [...] tenía diez años y ese fue el primer desgarrón [...] 6

Durante mucho tiempo, las lectoras y lectores de su poesía la identificaron por su intensidad emotiva, en palabras de la escritora: “Siempre hay etapas anteriores o posteriores a los poemarios, etapas de silencio, pero escribo desde siempre, es un proceso interior de vivencias [...]”. 7 Otro ejemplo también es la respuesta que da a Sandro Chiri y que puede ser entendida como una definición de vida:

Elegí la literatura o quizá sea más exacto decir que ella me eligió a mí, y, como sucede con las grandes pasiones carezco de voluntad para abandonarla. 8

4.– Una manera de ingresar a su poesía es partir de una declaración efectuada a fines de los ’80 en la cual dice que ya en su primer poemario Abril y lejanía (1961) se encierran los temas claves de su poesía. 9 Imágenes que apuntan a diseñar instantáneas de una naturaleza marina, de un tiempo, de un hogar y de sus habitantes, que unen a la voz poética lo natural, lo sencillo, y lo cotidiano.

5.– El amor también es un libro

La publicación de libros de poesía es el resultado del trabajo creativo y manual en el que intervienen muchos factores desde la elección del papel, la decisión sobre la carátula y el precio a cobrar. La suma de todo esto transforma al poemario en objeto-mercancía. Y aunque la mujer poeta pugne por la publicación de su obra y por el cuidado de la misma, pesa sobre ella todo tipo de dificultades que se acrecientan especialmente cuando ella no es la editora de su propio libro. Al respecto Willy O. Muñoz dice:

La revisión de los discursos de la cultura revela que el hombre y la mujer no han sido codificados en igualdad de condiciones. Puesto que el hombre ha tenido acceso exclusivo a la práctica del discurso, en los textos que ha escrito, éste no le ha dado igual valor a sus experiencias y a las de la mujer. En su discurso, el varón cumple la función de sujeto del discurso y ocupa un lugar de privilegio”. 10

No es una excepción la dedicación y pulcritud poética en los escritores, así que no nos extraña esa actitud en Carmen Luz Bejarano. Por eso la aparición de un libro de poesía escrito por ella o por otras mujeres renuevan la vitalidad y podemos considerar su edición un triunfo, un triunfo sobre el silencio y las limitaciones. En este camino encontramos en la década de los ’80 el libro Del amor y otros asuntos. 11

6.– Del tema amor

La locación ha sido uno de sus tempranos objetivos y aparecen entonces como actantes: El discurrir del tiempo, el entorno, los padres, Tanaka, su esposo e hijas; esta iniciación comprende: Abril y lejanía, Giramor y Aracanto, la problemática de la existencia humana y su preocupación religiosa en Furia de arcilla. En Del amor y otros asuntosreúne temas de libros anteriores a los que se añade elAMOR; éste aparece por primera vez con una sensualidad y leve erotismo.

7.- Del amor y otros asuntos

El material poético se ha ordenado en tres secciones llevando cada una como pórticos versos de Quevedo, Aleixandre y versículos de la Biblia, respectivamente. El título del poemario propone dos núcleos, por un lado el AMOR, claramente establecido como tema, y la ambigüedad e indeterminación de OTROS ASUNTOS, que apertura un abanico temático variado.

La primera sección contiene catorce poemas y tienen una estructura circular que lleva el siguiente epígrafe: “Bien entiende la llama quien la enciende” de Francisco de Quevedo, en el que destaca como vena significativa, el amor.

Nada persiste en mí, soy como las olas
que al romperse no dejan memoria
sobre las rocas o la arena que besan al
partir No quieras detenerme.
Viajaré por tu cuerpo. Amaré lo que amas.
Me detendré un instante desanudando el
tiempo. (p. 11)

El poema presenta al yo poético con una incapacidad de retener la intensidad de las experiencias, esta ausencia de permanencia, la define y le da sentido. Utiliza como elemento comparativo las aguas del mar. “Soy”, dice, “como las olas que al romperse no dejan memoria”. Esta inconstancia es su esencia, “Viajaré por tu cuerpo”, de pronto, aparece el amante que hace con su cuerpo visible el mundo que la rodea. El cuerpo amado es una especie de continente desconocido que el paso del amor va delineando, explora el amor producto de esta actitud, resulta extraño su acabamiento que no sólo está presentido sino dicho por la voz poética: “Me detendré un instante”. A pesar de tales predicaciones, la búsqueda por una comunicación plena, da sentido a intentos que llevan en sí el germen del fracaso:

No quiero desgajarme de tus ansias. Pero
acaso con esta costumbre de huirme por
los filos de la vida me pierdas.
Y despiertes escurriendo la arena de mi
cuerpo entre tus dedos. (p. 12)

He intentado atajar el tiempo, atajarlo solamente. Bien hubiese querido. Pero dónde. Dime dónde habríamos detenido el canto. Qué luz desnudaría las infinitas cáscaras del tedio. (p. 15)

Esta impotencia es asumida inevitablemente al igual que lo efímero en las relaciones humanas, esta conciencia de la fugacidad encubre el temor a que un detenimiento conduzca a la indiferencia. Se opta entonces, por la experiencia concentrada en lo erótico.

Déjame partir ahora. Tú eres la piel que inventó mi soledad para tocarla. Déjame. No ves que ya mi cuerpo se va alejando. No ves que ya empecé a caminar en huella inversa a tu recuerdo. (p. 17)

No busco la verdad sino la fragancia de
tu piel. La transfiguración de nuestros
cuerpos. El breve cataclismo y su reposo. (p. 21)

Sólo la experiencia amorosa, la sensualidad desnuda, posibilita una permanencia auténtica; aun en la fugacidad ha logrado el rescate del instante, su aislamiento de la sucesión temporal. Y la mujer con el cuerpo amado se vuelve un solo cuerpo que es recorrido amorosamente.

Sumersa en tus cascadas renovaré mi piel.
Mañana. Se abrirán los espacios. Seremos
invisibles. Sólo vibración.
Testimonio de vida para aquellos amantes
que no conoceremos. (p. 20)

Estamos recreando el universo. Quizás descubriéndonos. O solamente aunándonos al ritmo natural de las especies. (p. 23)

Resumiendo, la construcción de la intimidad de mujer en el poemario Del amor y otros asuntos se basa en la experiencia amorosa fugaz, en una huida constante y en los regresos al diálogo corporal que transfigura la experiencia. Se toma como eje de conocimiento la percepción corporal: “tu cuerpo, tus ansias, tú eres la piel, mi piel”, y el loco amor, los amores feroces se unen reinventando el amor.

El amor y la angustia conviven con cierta sorpresa y el temporalismo aparece en su faz existencial. Sentimiento que es trastorno, una ruptura de la estabilidad presente en anteriores poemarios. 12

 

1 Concurso organizado en Trujillo por el poeta Marco Antonio Corcuera en 1960.

2 Antes había sido Secretaria de Actas durante la Dirección de Pancho Izquierdo, y entre el ’79 y ’81 era Secretaria General de la ANEA cuando lo dirigía Magda Portal. Participaron del “Círculo Literario de la ANEA” Nérida Adrianzén, Fernando Obregón, Ulises Valencia, Juan Carlos de la Fuente, Eduardo Adrianzén, entre otros.

3 Cfr. Barcellos, Cecilia (comp.) 1995. Peruanas del siglo XX: Antología Poética. Lima: Ediciones G.A.P., pp. 66, 104, 149, 168, 173.

4 Ramírez, Luis Hernán 1964. “Ritmo y emoción de un poema”. Haraui (Lima) 2:4, 1.

5 Ibid., p. 12.

6 Bejarano, Carmen Luz. 1991. “Un acto doloroso”. Palabra Viva: Las poetas se desnudan. Ed. por Roland Forgues. T. 4. Lima : El Quijote, p. 122.

7 “Entrevista a Carmen Luz Bejarano”. Pestaña Matinal (Lima) 1:1/1978, 10.

8 Chiri, Sandro 1985–1986. “Carmen Luz. Bejarano”. La Casa de Cartón: Revista de Arte y Literatura (Callao) 6:8, 14.

9 “Un acto doloroso”. En: Forgues, Roland. op. cit., p. 124.

10 Muñoz, Willy O. El personaje femenino en la narrativa de escritoras hispanoamerinas , p. 13.

11 Bejarano, Carmen Luz 1984. Del amor y otros asuntos. Lima: Lluvia Editores. Los poemas citados remiten a esta edición, los números de página van entre paréntesis. Vid. Castañeda Vielakamen, Esther 1985. “Bejarano, Carmen Luz: Del Amor y otros asuntos”. Revista de crítica literaria latinoamericana (Lima) 11:21/22, pp. 241–243.

12 Vid. las declaraciones que hiciera la autora a Fuente, Juan Carlos de la en “Encuentro con Carmen Luz Bejarano : Existencia en Poesía”. El Comercio 27 de mayo de 2001, c3.