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Carmen Luz Bejarano

La Dama del Sosiego
- Carmen Luz Bejarano 1

Esther Castañeda Vielakamen

 

 

En el Perú, la poesía escrita por mujeres se nutre de una variada temática y de una constancia no sólo por parte de las nuevas voces femeninas sino del aporte incesante de las poetas mayores, reconocidas –así especialmente– por su amplia yvaliosa trayectoria literaria. La excelente escritora Carmen Luz Bejarano (Acarí, Arequipa 1933) desarrolla una fecunda labor creadora en el campo de la poesía y la prosa que abarca los títulos Abril ylejanía (1961), Giramor (1961), Aracanto (1966), Triunfo de Ícaro (1967), Juan Angurria (1972), Furia de la arcilla (1977), Del amor y otros asuntos (1984), Pentagramas ebrios (1986), Tambor de Luna (1988) yla novela ElCuarto de los Trebejos (1989). Cada libro testimonia aspectos de un universo lírico iluminado por la intuición de la artista que logra transformar la palabra en material dúctil y fino.

Desde Abril ylejanía (1961) hasta La Dama del Sosiego (1991) las lectoras y lectores tenemos la oportunidad de confirmar su comunión de amor ydolor en poesía y a la vez, el ser testigos de esa energía que la insta a una búsqueda del ritmo y de la imagen que insinúen una atmósfera, un estado de ánimo, en donde a través de ellos nos lleva a percibir la brisa salobre de la infancia, la seguridad del hogar campestre, el amor, la pasión y la amistad, enlazados en una mirada que funda una particular temporalidad y una distinta sabiduría.

El título La Dama del Sosiego nos orienta sobre el tema central del poemario: la muerte y su proximidad. Este aparece en las tres partes que componen el discurso poético que nos revela una escritura madura, rebelde y señorial. Pero escribir sobre la muerte es hacerlo también sobre la vida, la voz lírica enraizada a la vitalidad, subrayando ese vivirque tiene sentido en sí mismo no sólo desde la perspectiva de la muerte.

Se troncharán mis días en un espasmo breve
la quietud que soñará será no ser tan sólo.
Nada habrá más hermoso ni lo hermoso vivido
sólo el hoyo aguardando en exacta medida. (p. 19)

Apreciamos no sólo la oposición vida/muerte sino también a personajes que las encarna la hablante lírica (vida) /de quien se habla (muerte) una es la dama turbulentamente inquieta, airadamente viva, la otra es la dama del sosiego, la del aplacamiento de la quietud. Ambas mujeres, una humana y finita, y la otra personificando la permanencia de un estado. La Dama del Sosiego se integra al sistema de símbolos y valores del pensamiento occidental en el que la existencia en su inicio y fin, está unido a ceremonias y ritos de pasaje, existe pues, una herencia emotiva en la que uno se incluye o no. La muerte es presentada como: mar, barca, orilla opuesta, etc. o en comparaciones directas como: hoyo, guadaña, etc.

Caracteriza la actitud de la hablante el tono racional y escéptico que la lleva a no interesarse ni discutir acerca de esa otra orilla, prefiere establecer un presente huidizo pero esencialmente humano, cálidamente material:

Qué perderé mañana. Quizás sólo el horror
que tu huesa me inspira. Y en exaudible gozo
abrasada en tu cuerpo poro a poro descubra
que no éramos sino la perfecta unidad. (p. 17)

Y verifica que con la muerte la vida cobra su pleno sentido de acabamiento, y en ese desenlace es importante el cuerpo que reduce o aumenta sus exigencias ante lo inevitable, el cuerpo es el protagonista y también el gran perdedor en esta lid:

Que no puede escapar a tus embrollos
sabe el cuerpo pero necio inventa
recovecos de luz que te trasciendan. (p. 34)

El amor impregna su cuerpo de recuerdos y persistencias enunciándolo como verificación sencilla y sin mayores misterios: “Desramando las brumas / me abrazaré a mi cuerpo como el cadáver /más gozosamente amado” (p. 22), En otro poema

Y aunque en frágil materia estañara el amor
no es vana la huella que conmigo te lleva.
Incorrupto rescoldo que siguiéndome en brasa
hará dulce mi estancia en el hoyo perenne. (p. 24)

A pesar de todo, el yo lírico se enfrenta a esa dama imprudente y tenaz, reafirmando su sexo y su opción por la vida:

No me hallarás sumisa en la sorpresa.
Que aún si mi cuerpo a tu placer subyugas
en acto igual te burlaré intenciones. (p. 55)

Y así como otrora Cristine de Pisano nuestras Carolina Freire, Leonor Saury, entre otras, se demanda a la muerte como interlocutora poderosa, acaso injusta “Madraza ambigüa mi perdimento ensayas” (p. 51); más adelante “Picaterrera a tus fieras andanzas / debieras dar reposo alguna vez” (p. 60), o en otros versos “Desfloras los cuerpos a tu paso / ajena al improperio y al dolor” (p. 59).Los poemas de La Dama del Sosiego destacan como preciosas piedras y nos hablan del trabajo, del pulimento de voces y sintáis en busca de la pausa justa, de esa solemnidad sentenciosa que ciertos finales logran como declaración última.

Carmen Luz Bejarano y sus tres décadas de perseverancia y amor por la poesía y la prosa poética, nos entrega la imagen de una fuerza tierna, dulce y sensual que consigue unir belleza y humanidad. Con La Dama del Sosiego la autora luce una capacidad de concentración y armonía estética, renunciando a cuanto no sea el exacto reflejo de una idea, de una emoción, despliegue de dignidad aun en la hermosa y angustiante rebeldía con la muerte.

 

 

1 Artículo publicado en Kachkaniraqmi. II época. No. 7. Lima, julio de 1992, p. 70–71.