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Carmen Luz Bejarano

Abril y Lejanía — Carmen Luz Bejarano: Treinta años de calidad y terquedad poética 1

Nérida Patricia Adrianzén Ronceros

 

Una de las voces más maduras de la poesía en el Perú escrita por mujeres es sin lugar a dudas Carmen Luz Bejarano. Nacida en Acarí (Arequipa 1933), confiesa haber “garabateado” desde siempre, aún antes de tomar conciencia de que lo que hacía era poesía. Transcurre así su vida de mujer joven entre el papel y la tinta, la vida que se va configurando a su alrededor y que ella plasma en palabras y que inicialmente, como todos, guarda para sí como un tesoro escondido o un mundo inhabitado.

Es alrededor de 1960, cuando se anima por primera vez a mostrar su poesía a alguien ajeno, el elegido fue Alberto Escobar, quien supo reconocer su alta calidad poética y la animó a presentarse al Concurso “Poeta Joven del Perú”. Estas son unas de las primeras impresiones del mencionado autor en cuanto a la poesía de Carmen Luz:

El plasticismo y la expresividad de la sugerencia se apoyan, en la poesía de Carmen Luz Bejarano, sobre un fino sustrato musical. Con él traza contornos que reviven en la evocación, pero lo hace rehuyendo el tono mayor, casi herméticamente, es una suerte de confidencia y descubrimiento, de acceso fugaz a un círculo de memorias y apariciones mágicas. 2

Es así como Carmen Luz, escondida bajo el seudónimo de “Gelsomina” comparte con el mundo su Abril y Lejanía, tímidamente lo envía al concurso donde obtiene una mención honrosa que confirmó en forma concluyente la calidad de su estilo poético y su pronto arribo a la nueva generación que accedía a la vida literaria juntamente con ella, como eran en ese entonces Javier Heraud y César Calvo.

Abril y Lejanía significó el tomar conciencia de la pasión por escribir. La mención honrosa fue el impulso que necesitaba para dejar de ser escritora secreta. El libro se publicó justamente en abril de 1961.

Para Carmen Luz, abril es el símbolo del otoño y el acabamiento pero a la vez símbolo del amor. Se nos entrega intensa con su voz autónoma, vibrante de emoción y de fuerza en la forma de unos versos breves y a la vez precisos, rítmicos y definitivos:

Soy espejo
donde quedó
tu sombra.
Abril
vibrando
entre
mis manos.

Tarde
que pasas
estremeciendo
las luces
de mi tarde:
vuélveme
diciembre
la mañana.

Devuélveme
el instante
en que no hubo
más palabras
que el silencio,

aquél
en que abril
fue lejanía

y más abril
que ahora.

Hay en este breve poema nueva sensibilidad de la poesía peruana...un placer estético resultante de la seguridad de la marcha del ritmo, del verso y del pensamiento, asentado en la perfecta trabazón dinámica y discursiva de sus miembros interiores” [...] “Un oficio enhebrador de la melodía”, “un grito elegiaco rotundo y emotivo”, “un sabor nostálgico y emocional”, “aliteración de un sonido vibrante.”3

El libro contiene poemas anteriores al sesenta. Todos breves, ostentando una economía verbal sugerente que nos lleva a que seamos nosotros, sus lectores u oyentes, quienes experimentemos el hallazgo poético de las imágenes en el conjunto de cada poema: “Perenniza / la tarde / una sandalia / huérfana / bogando / sobre el mar”.

Este primer poemario suscitó también la siguiente opinión:

Lo particular en ella resulta ser la resonancia melancólica, elegiaca con que se traza esos versos (que semejan parábolas, por la desnuda pureza con que presenta el menudo acontecer sentimental): “La alegría de vivir / no es alegría. / Como una herida leve / que rezuma, la vida / es apenas tristeza / dulzura de morir.”4

Tal vez el otoño de abril da forma a la tristeza de Carmen Luz que en sus poemas combate con la alegría que siente, se pierde hasta no saber qué hacer “con este clavo de tristeza”. Pero muy lejos de simbolizar sólo acabamiento Abril y Lejanía constituye el amanecer de su fuerza poética, definitivamente para Carmen Luz no es otoño en sus versos, sino primavera.

Ese mismo año, entrega su segundo libro, Giramor (1961). En él se abren otras líneas dentro de su poesía, ingresa otra temática además del elemento lúdico, el juego de palabras y sonidos: “Gira, gira, girasol: gira, gira giraviento; / gira, gira, giramor.”

La vida que gira a sus alrededor parece ensancharse así como sus experiencias vitales y Carmen Luz accede a plasmar una vez más sus impresiones con profunda sensibilidad. “La ciudad sin campanas, primera parte del libro, está impregnada de imágenes de su pueblo marino donde vivió su infancia y puede percibirse una dulce nostalgia al contemplar desde el recuerdo el paisaje que la circundó en la niñez, así como la vida que giró a su alrededor y que dejó la huella impregnada en su alma de poeta:

En algún lugar de la tarde
duerme
la ciudad sin campanas.

En algún lugar del alma
duerme
la ciudad de los sauces
y los sueños:

La esquina blanca
que ensombreció los rostros,
la pálida gaviota.

La ciudad sin campanas.
Y desde algún lugar del alma
llega Otoño
con su carga de rosas amarillas
a envejecer las charcas.

En la segunda parte del libro Giramor la alegría empieza a desplazar mansamente a la tristeza. Ya no es la nostalgia la principal protagonista que interpreta la vida. Ingresa aquí el tema de la maternidad y tal vez la poeta se sitúa en los ojos de una niña para comtemplar la vida y así puede erguirse la esperanza: “Pequeña / de los hondos silencios / en ti nace el alba”; “Amanece/ en tus manos/ la alegría”; “Brazaletes de hierba, collares de hierba [...] / mi niña se viste de hierba”; “Tengo tu edad, Maritza; / tu matinal edad.”

Tal vez en base a esta temática es que se consideró a Giramor un libro para niños, pues siete poemas de este libro han sido antologados en Los niños del Perú y sus poetas de Rosa Cerna Guardia.5

Hay un silencio de cinco años hasta la publicación de Aracanto (1966). El título del libro es una palabra y elemento del recuerdo, una vez más una imagen de su pueblo marino: “Música de aracantos / Canción de mar / en el aire.” Pero en el quehacer de trasladar el alga marina, el aracanto, desde el fondo del mar hasta la tapa de su poemario y el meollo de sus versos, Carmen Luz “ara” un “canto” nuevo. Aún mantiene la forma de versos breves y poemas breves, pero se atisba ya el intento de poemas más largos y la entrega de prosa poética.

Siempre con el aroma de su nostalgia Aracanto ya trae el escenario de su futura novela un un poema a Tanaka, el pueblo donde pasó su infancia: “Paisajes que describe e interioriza para darnos una nota simbólica de su alma”.6

Así como también los poemas que traslucen las impresiones que dejaron en ella las vidas de ciertas personas del lugar o de su entorno familiar, que se convertirán después en sus personajes, como son: Clelia, Gabriel, Juan Sante.

La economía verbal, la imagen precisa, el ritmo dinámico, el juego sonoro, caracterizan a Aracanto y con este libro podemos decir que culmina la brevedad exclusiva de sus poemas. Algunos poemas de Aracanto y Abril y Lejanía han sido musicalizados por el compositor finés Timo-Juhani Kyllönen.

Triunfo de Ícaro , poema publicado por la revista Haraui en marzo de 1967, marca una nueva etapa en la poesía de Carmen Luz Bejarano. La poeta cede su entorno subjetivo que predominó marcadamente en sus tres primeros libros para dar paso a la objetividad del mundo que la rodea sin renunciar del todo a su fina lírica. Crea en esta ocasión un poema largo, con imágenes crudas, vibrantes, dando forma a la vida en paisajes que recrea su ficción y a la vez son tan reales.

Tomado del personaje del vuelo, Triunfo de Ícaro es en breve la historia de la humanidad, de la aventura del hombre que a veces no es muy esperanzadora. Su preocupación es ahora por el entorno, su fina intuición social la conduce a indagar a dónde nos llevan los adelantos técnicos y científicos que amenazan la estabilidad del hombre y su habitat:

La luna zozobra en las fuentes tristísima
y en los océanos
turbios de peces y de algas moribundas
peces algas muerte mortales trashumantes
con sus arpones ciegos segadores
el infantil aroma trastocado en cicuta.

Es un poema y un clamor por la paz, frente a un hombre que en su aventura bélica manifiesta su voluntad destructiva. Crea así a aquella época (en que se iniciaban las pruebas atómicas) es hoy tan real y actual como ayer; hoy que nuestro mundo sucumbe con sus hombres, su habitat y sus esperanzas de paz mundial.

En Triunfo de Ícaro se fusionan elementos de la mitología clásica (Ícaro, Sísifo, Ariadna), de la pintura (hace referencia a un cuadro de Goya), de la cristiandad (cuestiona a un Job que a su juicio se resigna, a un Noé que se desconcierta y solloza) y del mundo de la ciencia (un Einstein que se arrepiente).

Considero que en este poema “Su intelectualismo pleno intensifica sus hondos sentimientos poéticos”, como lo dijera Luis Hernán Ramírez, agregando también la siguiente apreciación:

Podemos tipificar su poesía como una feliz combinación de tentaciones alegóricas que mezclan las experiencias cotidianas con los elementos más sutiles y finos de su fantasía. Sus mejores poemas se mueven entre una realidad externa, natural y simple, y un mundo interior imaginariamente construido por ella.7

Y en Triunfo de Ícaro, trascendiendo sus vivencias personales, en su mirada inquisitiva de la vida ha revivido ella misma la historia de la humanidad que avanza aceleradamente sin tregua en su locura, y lanza un grito poético que a la vez nos impacta y nos conmueve.

La siguiente entrega es Juan Angurria (1972), otro poema largo que a la vez es un testimonio de vida y una clara protesta por un destino fatal. Juan Sante es un símbolo y a la vez un personaje de la vida real, será una constante en su poesía y más tarde aparecerá también en su novela. Muchacho de su pueblo, hijo de panadero, sin instrucción primaria pero con talento para el dibujo, muere tuberculoso en la pobreza:

Juan Sante sanguijuela
Lobezno
juan Celeste adolescente
sin silabario entre dos cuernos remolino
entre panes y arañas y zancudos
juan sin pan
entre padres y hermanos y moscas y madre y soledad.

Juan, aprisionado por la sensibilidad de la poeta, encarna a otros hombres que como él viven marcados por la miseria y sólo podrán vencerla con la muerte: “nos crecerán montañas en el vientre no nos dolerá el hambre nos dolerá la tierra la lluvia de otros huesos en una sola tierra nuestra tierra”.

A estas alturas en el desarrollo poético de Carmen Luz vislumbramos una innovación más en su estilo, una búsqueda formal nueva que fusiona tanto el verso como la prosa, el diálogo como el monólogo, la descripción y la narración; posibilidades expresivas que la autora ha elegido y combina alternándolas artísticamente. Carmen Luz trama su argumento y su mensaje con un lenguaje diáfano y preciso, depurado, que se va entregando en la configuración del poema en función del ritmo y la eufonía, y una nueva forma total: (Ej. En verso plasma la esperanza)

juanarco Iris

sordomudo juan escupe sus fiebres increíbles
lenguaje torrencial
juanartista carboncillo noctámbulo arcoiris
padre
madre
alguien vendrá se mirará de asombros en la quincha
cerca al horno en tus manos de harina
me llevará

trajinaré ciudades silabarios acuarelas
padre me crece un arcoiris un rostro asoma sus perfiles a mis dedos
padre madre seré Yo Juan Juan Sante Juan Arcoiris.

Otra vez en prosa le responde:

“Zopenco falta harina en los costales hay que vender el pan echa el carbón al horno se quema el pan juanzopenco sabandija mueve las manos amasa hijo tu padre juan está borracho no hay pan tu padre juan trabaja cae zigzaguea tu madre se escurre se pierde se deshace de tierra para abajo y tú allí juansirena entre barcos y lunas y campanas y ciudades y acuarelas”.

Indistintamente confluyen las voces del narrador y los personajes de este poema, lo cual se presta para ser representado en forma coral o teatralizado.

Cuadernos del Hipocampo edita en 1977 Furia de la Arcilla. En este libro Carmen Luz:

Desarrolla un estilo narrativo-simbólico cuidando la perfección de la palabra y la metáfora y orientando su producción hacia una actitud más grave y plena de responsabilidad frente a la existencia misma y a la realidad del mundo llevada por un nuevo espíritu crítico y por una visión más penetrante y aguda de la realidad.8

Un ejemplo de lo anterior es el siguiente fragmento del poemario:

ellos duermen acuestan sus fatigas
mañana es otro día y siempre el mismo
se sientan a la mesa entre nosotros
con sus bosques y sus costras de tierra
sus caras más antiguas
todavía […]

Como confesara y advirtiera desde el primer poema del libro: “Aquel / que persigue su imagen / más allá de la arcilla / despliega entre los pájaros / las alas renacidas”. Y Carmen Luz en esta etapa despliega aún más sus alas poéticas, inquiere con furia en su arcilla y sigue realizando un trabajo de alfarero con la palabra. No encontramos mejor manera de expresar las cualidades de este libro que las palabras de Magda Portal:

Su intimismo rebalsa los linderos del unanimismo y se expande en oleadas que sobrepasan el tiempo, el minuto en delirante trizadura. Ya dejó las gaviotas y sus alas viajeras, dejó las arenas doradas, los amaneceres salpicados del rocío nocturno y penetró lúcida y aguerrida en los senderos de la furia, la pasión, el clamor atormentado, identificada con sus arcilla y su ser visceral recorre los caminos del recuerdo del ayer y del hoy y descubre el inicio de la vida, los orígenes y sus rituales mágicos y el signo multiplicador de los símbolos y a todos los adanes y las evas que ignoran sus secreto y pasan por la vida muriendo y renaciendo, hambreados y sedientos, inocuos, inocentes; invulnerables como fantasmas que nada son si no lo intentan...” Carmen Luz carece de medida de ubicación limitativa. Ella se mueve en otras dimensiones y tiene el tiempo y la edad a su albedrío.9

Del amor y otros asuntos (1984) reúne poemas escritos en años anteriores que no fueron recogidos en ningún libro hasta el año 1984. Poemas que revelan una concepción sumamente personal del amor en la vida de una mujer que ha madurado tanto en su experiencia amorosa, como en su experiencia poética; y que al sentir fugaz el tiempo, vuelve a volcar en un libro después de siete años sus experiencias vitales y su cada vez más enriquecedora visión del mundo.

Tal vez sea este largo período silencioso de tiempo el que haga que Carmen Luz conjugue en un solo libro los temas de Del amor y otros asuntos, acerca de los cuales siente también necesidad imperiosa de expresión, siempre con el encanto y belleza de su lenguaje poético altamente depurado y trabajado. Carmen Luz ordena en esta ocasión su material poético en tres secciones:

“La primera sección contiene catorce poemas en el que destacan tres venas significativas: la experiencia amorosa, la fugacidad del tiempo y la abundante conciencia del Yo Poético. En esta primera sección se ha elegido una prosa en la que breves y extensas cláusulas elaboran un tono confidencial, por momentos coloquial y en otras intensamente lírico.

El ámbito poético propuesto en la segunda parte recorre una serie de sub-temas: la infancia, el hogar, la problemática social. El lenguaje se ordena en versos cortos, la mayor parte de los cuales son imágenes visuales en los que a manera de brevísimos cuadros, se pretende describir, capturar el tiempo en los detalles. Pero el recuerdo se basa en una referencia concreta, la vida familiar sirve como apoyo para que el Yo poético torne al pasado, reflexionando y evaluando su presente.

La Tercera y última parte está encabezada por una cita del Génesis que muestra bajo una perspectiva religiosa el orden/ desorden del universo y de la sociedad contemporánea, donde el hombre no ha sabido evitar el desorden y ha sido ganado por fuerzas irracionales que él mismo genera.”10 11

Y sí fusiona la metáfora del amor y de la vida en reflexiones profundas: “Estamos recreando el universo. Quizás descubriéndonos, o solamente aunándonos al ritmo natural de las especies.”

El quehacer poético de Carmen Luz sigue fructificando y esta vez la musicalidad de su poesía la llevará a incursionar en un nuevo quehacer artístico, pues los diez textos que nos entrega en Pentagramas Ebrios (1986) han sido musicalizados por el compositor finlandés Kaj Chydenius e interpretadas en México, Cuba y algunos países de Europa y llevados al disco en Finlandia.

Pentagramas Ebrios es una obra al alimón que comparte con su hija Maritza Núñez. La primera parte del libro, Tierra de Caramelo, pertenece a Maritza y la segunda, Ojitos de Almendra, a Carmen Luz.

Ojitos de Almendra es un trabajo poético referido a los pequeños seres y volcado en múltiples contenidos: canciones: “La luna que estoy mirando / La misma que miras tú […]”; coplas: “Para mi niña yo quiero / un horizonte sin brumas […]”, o propiamente elegías: “Ramona ramoneando en la copa de un árbol / se sentó a contemplar / azahares que la luna / sembraba en el sauzal [...]”.12

La ternura y la sencillez de sus versos nos lleva a descubrir la madre en “Aires de mi campo”, madre que absorbe la dicha o la desdicha de las circunstancias de la vida del retoño de su vientre: “Si claras sus aguas / son dulce / son dulce recuerdo / si turbias acaso / son hondo penar / que bebo / que bebo al pasar […]”, y más adelante en “Canción para Pamela” y “Tierra de Caramelo” el mismo sentimiento maternal doblemente intensificado talvez porque los motiva el retoño de su retoño y no encuentra mejor manera ahora para expresarlos en canción.

La siguiente entrega, Tambor de Luna (1988), concretiza su inclinación por la literatura infantil que ya se atisbaba desde Giramor (1961). En efecto, Tambor de Luna es un logrado trabajo poético destinado a conmover el alma infantil. Desde el primer poema: “Érase / que era / la hierba / una gaviota / la piedra / un caracol / libélula / la tarde / un guijarro / el agua/ Érase que era / la tierra entre dos alas”, el niño sentirá poetizado su mundo circundante y quedará cautivado a seguir transitando por los otros poemas donde Carmen Luz “alza la mirada, a partir de una fauna y una flora estética acompañada de deseos, hacia universos líricamente trascendentes en brevísimas certezas […], para compartir con ellos una experiencia estética al retratar “La garza”, “El pan”, “La hierba”, “Las estaciones”, y “El colibrí”.

Los siguientes ocho poemas constituyen a mi entender un tímido diálogo que la autora propone a partir de la comprensión del alma infantil, donde esconde y revela, sin llegar a ser impositiva, los sabios consejos de su experiencia adulta. Dichos poemas se inician con los siguientes versos: “Sé humilde”, “Sé valiente”,”Sé fuerte”, “Sé cauto”, “No temas”, “Serás el que ve”, “Serás sabio”, “Heráclito, / lo dijo”.

El libro culmina con una canción “para cantar bajo la lluvia”. Todos los poemas tienen ilustraciones de Yuri Eslava, adecuadas para cada texto, lo que hace que el libro sea más funcional para el tipo de público que fue concebido.

Según Willy Pinto , “El universo poético de Carmen Luz Bejarano prosigue ensanchándose y aceptando nuevas formas de expresión.”14 Como ella misma declara en una entrevista,15 en algún momento va a sentir que la estructura del poema, su brevedad –aún en los poemas largos– no le van a permitir expresar ese vasto material interior que pugna por encontrar una nueva forma de expresión más acorde con su naturaleza. Por ello, acepta el reto de la prosa como el mejor instrumento de expresión para plasmar los personajes, los recuerdos, las vivencias que la impulsan a configurarse en su primera novela El Cuarto de los Trebejos (1989), obra que en 1985 fuera finalista del Premio Bienal de Literatura “Gaviota Roja”.

El Cuarto de los Trebejos […] aunque novela posee atributos y esfuerzos –transfigurados sí– de la lírica, en su descenso a los meandros interiores. En la auscultación de las relaciones familiares y amicales, desde la superficie sumergidas. El Cuarto de los Trebejos es una odisea hacia el fondo del ser, emparentándose en este aspecto con la inclinación poética a los viajes interiores e inefables de la lírica.

El Cuarto de los Trebejos es un diálogo profundo entre sentimientos y emociones, entre el sentir y la sensación. Plática posible por la variedad de personajes que se cruzan por la vida pero, apresados por la conmovida memoria narrativa […]”.16

En cuanto a la forma constructiva externa de la novela, la operación que prima es la distasia; Carmen Luz altera la secuencialidad de los hechos trabajando con vacíos narrativos y el racconto, “con qué fuerza la sacuden los vientos de la infancia”, los recuerdos y las imágenes de una realidad sumergida en su memoria que empieza a plasmar por bloques, (capítulos breves) con un lenguaje poético, “un lenguaje que tiene un aroma extraño, fino e indefinible”17 :

Empezaré a caminar. Deslízate pequeña por los arcos tensos del recuerdo, ciñe tu pie, sobre las diminutas huellas. Empieza, empecemos, para que vida nos alcance en ese juntar huella sobre huella, niebla sobre niebla; quizá finalmente me convenza de que hubo realidad hasta en mis sueños” (p. 11).

A la realidad de su propia vida, Carmen Luz añade “la dosis necesaria de ficción” y resulta:

[Una n]ovela de acendrada vocación subjetivista. El Cuarto de los Trebejos palpa en su camino, personajes construidos por emociones, recuerdos y recompuestas ternuras olvidadas: Nicanor Martínez, María Cleofé, Damián, Lilia, Toñito, Mencia, Mariclé, en lenguaje expresionista: “El silencio tiene el espesor de la muerte”... “Clarea la mañana en el canto encrestado”...”Se abren las puertas y las mujeres esperan el aire con sus escobas”.

Lenguaje expresionista que reconstruye cuidadoso, con lógica poética, acontecimientos captados por cauces sensoriales adecuándolos según las caras razones del afecto. Lengua propicia en un paisaje costeño rural y algo marinero. Lenguaje ante todo y después apto para sostener la memoria recobrada y sentimentalmente culpable de un acto narrativo, no por cronológicamente inaugural tierno y conmovido […].” 18

Hé aquí extractos de la obra:

Pequeñas antropófaga, los devoré. Soy María del Pilar, guardo clasificados los recuerdos tal vez como una forma de aferrarme a la existencia. [...] Me confieso incapaz para determinar si aquello fue un sueño placentero o una pesadilla. Pero sí, que durante las horas de vigilia la inquietud persistió; aún ahora se acrecienta, entremezclándose con otras indefinibles emociones. Tengo una sola obsesión: el mar. Voy a él / Camino / Sobre la desierta infinita playa / una chiquilla sin edad / se me aproxima.

El Cuarto de los Trebejos captura al lector entre sus muros poéticos, en su ambiente nostálgico, en la identificación con la trayectoria de vida de sus personajes vivos y reales que van dejando de ser pedacitos, que es la trayectoria misma del tiempo y de la vida, de esas vidas y cualquiera de las nuestras.

Pero el trabajo de la prosa no es excluyente de la poesía que se va desarrollando a la par y justamente en abril de este año, al cumplirse treinta años de su quehacer poético Carmen Luz vuelve a poetizar abril, mes de las letras, con la entrega de su último poemario La Dama del Sosiego (1991).

Respondiendo a la intencionalidad artística y a su necesidad de expresión, en esta ocasión retoma los versos breves revelándose experta en el oficio de la economía verbal. Condensa las palabras y la ideas con un lenguaje que a la vez es nuevo pero cuyo tono inconfundiblemente está emparentada con los libros anteriores. Su voz culta y refinada se va innovando en cada entrega poética, pero el conjunto de sus obras llega a configurar un todo bien articulado y distintivo de ella misma y de su estilo.

La Dama del Sosiego es la imagen de la muerte. Llamada irónicamente así, porque como bien reconoce su editor, en el libro “el sosiego es huidizo”. Carmen Luz no se entrega a una aceptación sosegada de la muerte sino asume una actitud de rebeldía y de reto hacia ella.

En esta ocasión divide el poemario en tres partes, cada una de ellas precedida por un epígrafe de dos versos que condensan el sentido de la sección, y que luego hallaremos formando parte de los poemas de la misma.

La primera sección se inicia con el epígrafe: “No me sirve el deseo de torcerle / los ánimos. Su solaz es la tierra.” Y contiene poemas que descubren la realidad y el sentido de la muerte tocando y haciendo estremecer la vida:

Se troncharán mis días en un espasmo breve
La quietud que soñara será no ser tan sólo.
Nada habrá más hermoso ni lo hermoso vivido
Sólo el hoyo aguardando en exacta medida

[..]

Acaso tendrá el hoyo la insólita ternura
de Primavera oscura o madre recobrada.
Acaso habrá manera de soñar todavía
Con los ojos en blanco amalgama de barro.

La segunda sección se inicia con los versos “La inmantada abertura de asedio / constante nos atrae a su esfera”, y está relacionada con su aventura personal frente a la muerte y el temor natural que experimenta ante ella:

Jamás pude acallar su estrépito de cuerpos
a perturbarme siempre llegó cuando debía.
Viniendo de soslayo apagados los pasos
Cómo sabré guardarme cuando venga por mi.

También construye imágenes de la lucha inútil del hombre contra la muerte:
Que no puede escapar a tus embrollos
sabe el cuerpo pero necio inventa
recovecos de luz que te trasciendan
aunque luego te descubra iluminándolos.

Pero es en la tercera sección donde se ve el reto más pronunciado que Carmen Luz le hace a La Dama del Sosiego: “Escondida la mano que gobierna /¿A quién volver el ánima insumisa?” La poeta pronuncia el reto a un reclamo de vida inclusive con la ilógica voluntad de prolongarla a pesar de ella:

Tus razones no atiende mi razón
que aunque el cuerpo se duela
aferrándose a la vida no concede
su albedrío someter a tus antojos

No me hallarás sumisa en la sorpresa.
Que aún si mi cuerpo a tu placer subyugas
En acto igual te burlaré intenciones.

Pero si bien es cierto esta Dama del Sosiego suele ser invulnerable, Carmen Luz halla cómo poetizar su derrota elevando su reflexión hasta parajes tan íntimos en los cuales no podemos penetrar, y por consiguiente sólo ella es dueña: “En el último envite jurarás a perder / yo ganando a mi modo cerraré la partida.”

Y así concluye el libro que constituye un testimonio vivo de toda su poesía, pues en él confluyen las voces, los temas, el ambiente y el tono de sus obras anteriores y a la vez es la más nueva e innovadora muestra de su calidad expresiva en materia de lenguaje y destreza en el manejo del verso.

Estamos a la espera de la publicación de sus poemarios inéditos Interludio y En espurio huerto, así como también del libreto para ópera La Apuesta.19

¿Qué capacidad creativa acuna como hijos recién nacidos la poesía profunda, parca, de esta lírica que le deja tiempo al tiempo para urdir sus pequeños poemas o sus grandes poemas concebidos ya dentro de líneas de alturas conceptuales? Carmen Luz se halla en un estado de luz permanente y sería difícil conducirla a la oscuridad, porque de allí se escapa para fijar sus deslumbres de amor o belleza o tal vez de protesta. [...]

Escribe sin pausa, sueña sin reposo. Y renueva sus motivaciones a medida que cruje el dolor o la vida le reclama algunos trozos de su carne y de su alma. Pero es tierna como el pan recién salido del horno.20

Como cuando pregunta:

¿Dónde?

¿Quién reconocerá mi voz?

carmen luz
sombra en la sombra del día

carmen luz
hoja en el paisaje agreste

despertarás
para morir de nuevo

carmen luz, piel, escamas, corola
o musgo

¿quién te reconocerá?

Nosotros te reconocemos Carmen Luz y no podríamos confundirte. Celebramos tus treinta años de calidad y terquedad poética y tus manos que no cesan de crear: “barro antiguo y persistente”.

Con amor
Nérida Adrianzén

 

 

 

1 Ponencia presentada con motivo del “II Encuentro de Poetas Sanmarquinas” realizado en la ciudad de Lima en 1991.

2 Escobar, Alberto 1965. Antología de la Poesía Peruana. Lima: Ediciones “Nuevo Mundo”. Pp. 197–198.

3 Ramírez, Luis Hernán 1964. “Ritmo y emoción en un poema”. Haravi (Lima) 2:4, 1, 11, 12.

4 Oviedo, José Manuel Oviedo 1961. “Tres experiencias líricas”. El Comercio, Suplemento Dominical. 14 de mayo de 1961, p. 5.

5 Cerna Guardia, Rosa 1976. Los niños del Perú y sus poetas. Lima: Ed. Nueva Educación, pp. 36–38.

6 Oviedo, José Miguel Op. cit., p. 5.

7 Ramírez, Luis Hernán Ramírez 1972? Suplemento Cultural de La Crónica, Suplemento Cultural, p. VI. FALTAN DATOS!!

8 Ramírez, Luis Hernán . Artículo publicado entre 1979 y 1982 en el Suplemento Cultural de La Crónica.

9 Portal, Magda 1977. “La Mujer en la Poesía. Furia de Arcilla”. Revista Dominical de Ojo. Noviembre de 1977.

10 Castañeda, Esther 1985. Reseña del Amor y otros asuntos. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (Lima) 11:21–22, 241–243.

11 Pinto Gamboa, Willy F. 1990. “El Cuarto de los Trebejos”. La Crónica, 21 de enero de 1990, p. 9.

12 Pinto Gamboa, Willy 1986. Comentario Final del Libro Pentagramas Ebrios. Lima: Ed. Lumen.

13 Pinto, Willy 1988. “Recensiones”. La Crónica, Suplemento Dominical, 26 de junio de 1988.

14 Pinto Gamboa, Willy F. 1990. “El Cuarto de los Trebejos”. La Crónica, 21 de enero de 1990, p. 9.

15 Anónimo 1989. “Camen Luz Bejarano en Prosa”, entrevista. Diario Hoy, 22 de mayo de 1989, p. 16.

16 Ver nota al pie de página 13.

17 Rossi, Matti 1989. “El Cuarto de los Trebejos — Prólogo”. El cuarto de los trebejos. Lima: Seglusa Editores, p. 9.

18 Pinto Gamboa, Willy F., op. cit.

19 Explicación sobre estas obras. ACHTUNG!!!

20 Portal, Magda Portal. 1981. “La Poesía Femenina en el Perú”. Ponencia presentada en el IV Congreso Interamericano de Escritoras, Ciudad de México, junio 1981.