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Copyright © 2006 Alfonso Padilla y Maritza Núñez

Carmen Luz Bejarano

La prueba de nuestra resurrección 1

Jorge Chiarella Krüger

 

El misterio de la muerte cohabita en el mismo plano con el misterio de la vida. Ni siquiera son dos caras de la misma moneda, sino dos rasgos de la misma cara. Alternándose la primacía en el gesto, para que no sepamos cuál de las dos nos convoca con más urgencia.

Tomar conocimiento de que estamos en agonía perpetua, la más de las veces nos empuja a gritar que estamos vivos. Pero el grito puede herir nuestros sentidos, herirlos hasta la muerte, recreando a la agonía en extraña y sutil paradoja.

No hay que vociferar, entonces, si queremos romper el cerco, si buscamos dejar huella de nuestro paso por el mundo. Hay que actuar con delicadeza, soltar nuestra alma, dejar que ella exprese su esencia y aparezca en toda su dimensión. Así es como el ser humano devela sus misterios e instaura su resurrección permanente. Así es como comprendemos que desde nuestros tatarabuelos hasta nuestros chuznietos, somos simplemente cuerpo de ese ser continuo y único que se vuelve energía y retorna a ser materia para demostrarnos que todo es parte de uno y que a ese uno lo llamamos Dios.

Ante estas fuerzas convocantes, Los ojos de Lázaro de Carmen Luz Bejarano indagan en los nuestros si entendemos la frágil existencia.

La obra es corta. Un monólogo. Una confesión llena de imágenes. Con momentos bellos y momentos duros. Intrigante. Con ese juego de realidad y ficción tan confuso como nuestra mente y nuestra memoria. Somos o creemos que somos. Es hoy, ayer o siempre. Es día o es noche. Estamos vivos o estamos muertos. Qué importa al fin. El mar es inmenso como inmenso es el amor. La obra se llena de urgencias y la nobleza del teatro se perfecciona con esa maravillosa poesía que multiplica su comunicación.

Obra corta como la vida. Pero Carmen Luz Bejarano encuentra el modo delicado de confrontarnos con el misterio de nuestra resurrección. Los ojos de Lázaro nos siguen mirando, Lázaro está vivo y nos lleva por los enigmáticos caminos de la sensibilidad para revelarnos esencias que obvian a una razón inservible.

 

1 Comentario publicado en la revista Muestra 3:7, enero de 2002, p. 36.